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viernes, 16 de marzo de 2018

1945

En 'Conspiración de silencio' (1955), de John Sturges, recién concluida la II guerra mundial, un extraño llega en tren a un pueblo, en mitad del desierto, en el que no ha parado un tren en años. Sus habitantes se preguntan qué le ha podido traer a donde nadie viene. Especulan y, con suspicacia, presuponen, porque temen esa incógnita como una posible amenaza. Su suspicacia evidencia lo que se quiere mantener oculto, un crimen relacionado con la xenofobia. En '1945' (2017), de Ferenk Torok, recién concluida la guerra en Europa, pero no aún en el Pacífico, dos judíos llegan en tren a un pueblo húngaro. Su llegada coincide con la notificación en la radio del lanzamiento de una segunda bomba atómica en territorio japonés. La llegada de esos dos judíos adquiere, para algunos de los habitantes de este pueblo, una condición equivalente de bomba atómica. Especulan sobre por qué y para qué habrán venido, si están relacionados con los anteriores habitantes judíos del pueblo, y, con suspicacia, presuponen, porque temen esa incógnita como una posible amenaza. Su suspicacia evidencia sus remordimientos y culpa, un crimen relacionado con la diferencia étnica, pero también su falta de remordimientos y culpa, su negativa a que sean modificadas las circunstancias que fueron modificadas,a su favor, cuatro años atrás, cuando los judíos del pueblo fueron deportados por los soldados alemanes. Temen que quieran recuperar las posesiones que dejaron atrás, o que fueron directamente usurpadas. Por eso, para los que optaron por esta segunda opción la venida de esos dos judios desata su vergüenza, sus remordimientos, o les pone en guardia, como quienes pretenden amurallarse para impedir que les sustraigan lo que ellos sustrajeron, fuera una casa o un negocio, y en algunos casos por directa denuncia.
'1945' es un admirable ejemplo de síntesis narrativa. Su hora y media de narración se concentra en el tiempo que transcurre entre la llegada y marcha de los dos judíos, así que es casi lo que dura su paso por el pueblo: al llegar les indican que se tarda una hora en llegar caminando desde la estación. Conjuga, con un preciso trazo de la caracterización, múltiples perspectivas y acciones, toda la agitación que conmociona a algunos de los habitantes del pueblo, mientras los dos judíos caminan tras el carro que porta dos baúles, sobre cuyo contenido también especulan. Las distintas reacciones detonan, por otra parte, conflictos larvados en algunas familias, o en relaciones maritales (o proyectos de las mismas), y propician la fisura que transfigura el escenario de una vida amoldada a unas pautas preestablecidas, como ese matrimonio, por pacto entre dos familias, que está previsto realizarse ese mismo día, aunque no haya correspondencia afectiva entre los dos contrayentes. La llegada de los dos judíos, aunque no sea de modo directo, ejerce esa condición de conmoción y alteración, de la irrupción del extraño en los westerns, no solo en modernos como la citada 'Conspiración de silencio', sino en otros, como también de Sturges, 'El último tren de Gun Hill' (1959), o en varios de Clint Eastwood (en especial, 'Infierno de cobardes', 1973).
El uso de la excepcional música, compuesta por Tibor Szemzo, dota a la narración de una amortiguada condición fantástica, de extrañeza, por como amplifica la condición, de esa llegada o irrupción, de alteración de un orden, además impuesto. Son como dos alienígenas que llegan de otro planeta, abren una hendidura en la atmósfera, y la trastorna, por su mera presencia, de modo irremisible. Su presencia cruzando el espacio, mientras las miradas los escrutan intentando discernir el por qué de su aparición, cuál será su motivación, si reclamar unas posesiones, se convierte en una imprevisible irrupción que amenaza con demoler el escenario reajustado por una previa eliminación. Son como los espectros que retornaran para reclamar lo que fue usurpado, y por eso los remordimientos superan a alguno, a aquel que, en el pasado, actuó como peón de la voluntad de otro, y ahora se topa con la indiferencia no sólo de quien le involucró en esa usurpación sino, incluso, de quien se supone, como el sacerdote, encarna la guía moral.
En 'Conspiración de silencio', ya se sabía sobrepasado el primer tercio cuál era la motivación del extraño recién llegado, contactar con el habitante de ascendencia japonesa que ellos habían matado, lo que detonaba ya la directa reacción hostil. En '1945' no se revela hasta los últimos pasajes, pero ya para entonces su mera presencia ha propiciado, como una cadena de fichas de dominó, una irremisible descomposición del escenario de una usurpación. Los narcóticos que toma la esposa del cacique del pueblo, el dueño de la drogueria, como su renuente actitud a levantarse de la cama, evidenciaban en las primeras secuencias cierta sensibilidad subordinada, como un rehén en letargo, frente a quienes, sin escrúpulo alguno, vendieron a otros habitantes, aunque fueran amigos, para aprovecharse de esa circunstancia, como mejora de su posición material. La reacción del hijo, cuya vida su padre modelaba, como el matrimonio pactado en el que le había involucrado, refleja la rebelión ante un orden impuesto, un quiste periférico, una extensión, por su actitud xenófoba, que aún permanecía incólume pese que el ejercito alemán hubiera sido derrotado. El fuego que modifica de modo radical un escenario de usurpación, y, en el último plano, el humo que expele el tren que se aleja, asocian con el destino de esos muertos que fueron convertidos en conveniente fuera de campo por quienes hicieron del olvido usurpación de un escenario, como si nada hubiera ocurrido.

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